En esta fecha tan especial quiero recordar a aquellos compañeros que desaparecieron por luchar!
Después del golpe de 1955 se inicia una ofensiva siniestra contra el movimiento obrero, misma que se acentúa en los ferroviarios cuando nos movilizan militarmente en 1958, luego el Plan Conintes, más tarde durante la huelga de 1961 en la resistencia contra el Plan Larkin y así llegando a la dictadura de Onganía donde nos militarizan a través del decreto 5324, luego la triple A. Acá desaparece nuestro primer compañero, Raúl Lechesi de Tafí Viejo, continuando el terror durante la dictadura militar, 90 compañeros sufren persecución y muerte en ese tiempo.
“Sus muertes anticiparon todo el dolor y el espanto, la injusticia y la miseria que se nos vino encima. La destrucción sistemática del país del pleno empleo y el estado como garante de los derechos universales de todos sus ciudadanos, para instalar un modelo económico social y político que ustedes no pueden imaginar: un país 100 veces peor que aquel que queríamos cambiar. Fue un proceso largo que se perfeccionó a sangre y fuego con la dictadura del 76 y culminó y se consolidó con la democracia.
Desarticular la organización y las conquistas de la clase trabajadora argentina fue un objetivo estratégico y central de la última dictadura militar argentina. Para ello contó con la complicidad de grandes grupos empresarios que se involucraron de manera directa en la represión y persecución de activistas y delegados y en algunos casos las fábricas funcionaron como centros clandestinos de detención. En estos objetivos, más que en la proclamada lucha contra las organizaciones armadas, la dictadura puso el peso principal de la represión. Sin embargo, a pesar del enorme daño sufrido, de la pérdida sin precedentes de vidas, de los derechos arrancados y del aislamiento; los trabajadores llevaron adelante una resistencia progresiva e ininterrumpida, que se materializó en un in crescendo que va desde el trabajo a desgano en los primeros meses dictatoriales hasta alcanzar a partir de 1979 niveles de organización y lucha sumamente complejos. El camino de la organización sindical fue creciendo desde los bordes aislados de los trabajadores aislados en sus lugares cotidianos a un movimiento concéntrico de reencuentro de las distintas ramas y geografías.Simultáneamente la llamada comisión de los 25 nuclea a los sindicatos que expresan el descontento y la rebeldía que irradia desde las bases obreras. En un primer momento fundamentan su accionar en reclamos meramente laborales pero la dinámica de los hechos los lleva a cuestionar directamente a la dictadura en su conjunto. El año 1979 marca el inicio de una nueva etapa al lograrse la madurez necesaria para llevar a cabo la primera huelga general. Desde ese momento la conflictividad laboral logra encauzarse por carriles más sólidos, los dirigentes muestran representatividad y audacia al crear la CGT en abierto desafío a las normativas vigentes y al clima de terror omnipresente. El 30 de marzo de 1982 este proceso lento e irreversible alcanza su climax cuando se decide un paro general y movilización a Plaza de Mayo potenciado por ostensible y activo apoyo del resto de la sociedad. A partir de ese momento la dictadura intenta esquivar su evidente declive con la invasión a las Islas Malvinas. La aventura termina catastróficamente y sella el final estrepitoso del proceso iniciado en 1976. Huelgas, movilizaciones, tomas de fábrica y reconstrucción de las instituciones sindicales encuentran en su efervescencia a la clase trabajadora luchando palmo a palmo con sectores de clase media y el amplio marco de las organizaciones políticas y de derechos humanos una fuerza popular que sirvió de escenografía para el espectáculo del fin de la dictadura. Vendrán los tiempos de la democracia y de la reconstrucción. En el análisis y balance de siete años de terrorismo de Estado, en la búsqueda de sus causas será necesario considerar que los trabajadores constituyen el 60% de los desaparecidos y el sector social que más fue castigado como colectivo.
La historia de la última dictadura militar argentina ha sido contada, discutida y revisada de múltiples maneras en los últimos años. Mucho énfasis se ha puesto en el tema de la violación de los DDHH y la persecución a los militantes políticos en sus diversas manifestaciones. Sin embargo un aspecto muy puntual y central para entender la lógica del terrorismo de estado instalado con el golpe de 1976 es el accionar con respecto a los trabajadores. Más allá de lo que declaran los protagonistas históricos; la consabida lucha contra la subversión funcionó más como una excusa legitimadora que como una realidad que sustentó la instalación de la dictadura. Lo que se buscó fue un cambio histórico más profundo: liquidar el cúmulo de conquistas laborales que distinguían a la Argentina del resto de los países latinoamericanos y dificultaban el establecimiento de pautas salariales y condiciones laborales acordes con las ambiciones del proyecto neoliberal en ciernes.
Hoy 24 de Marzo de 2017 nos encuentra más unidos que nunca, lo vivido nos servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana. Unicamente así podremos estar seguros de que NUNCA MÁS en nuestra patria se repetirán hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado.
Roberto Nuñez Directivo Nacional Union Ferroviaria.
Después del golpe de 1955 se inicia una ofensiva siniestra contra el movimiento obrero, misma que se acentúa en los ferroviarios cuando nos movilizan militarmente en 1958, luego el Plan Conintes, más tarde durante la huelga de 1961 en la resistencia contra el Plan Larkin y así llegando a la dictadura de Onganía donde nos militarizan a través del decreto 5324, luego la triple A. Acá desaparece nuestro primer compañero, Raúl Lechesi de Tafí Viejo, continuando el terror durante la dictadura militar, 90 compañeros sufren persecución y muerte en ese tiempo.
“Sus muertes anticiparon todo el dolor y el espanto, la injusticia y la miseria que se nos vino encima. La destrucción sistemática del país del pleno empleo y el estado como garante de los derechos universales de todos sus ciudadanos, para instalar un modelo económico social y político que ustedes no pueden imaginar: un país 100 veces peor que aquel que queríamos cambiar. Fue un proceso largo que se perfeccionó a sangre y fuego con la dictadura del 76 y culminó y se consolidó con la democracia.
Desarticular la organización y las conquistas de la clase trabajadora argentina fue un objetivo estratégico y central de la última dictadura militar argentina. Para ello contó con la complicidad de grandes grupos empresarios que se involucraron de manera directa en la represión y persecución de activistas y delegados y en algunos casos las fábricas funcionaron como centros clandestinos de detención. En estos objetivos, más que en la proclamada lucha contra las organizaciones armadas, la dictadura puso el peso principal de la represión. Sin embargo, a pesar del enorme daño sufrido, de la pérdida sin precedentes de vidas, de los derechos arrancados y del aislamiento; los trabajadores llevaron adelante una resistencia progresiva e ininterrumpida, que se materializó en un in crescendo que va desde el trabajo a desgano en los primeros meses dictatoriales hasta alcanzar a partir de 1979 niveles de organización y lucha sumamente complejos. El camino de la organización sindical fue creciendo desde los bordes aislados de los trabajadores aislados en sus lugares cotidianos a un movimiento concéntrico de reencuentro de las distintas ramas y geografías.Simultáneamente la llamada comisión de los 25 nuclea a los sindicatos que expresan el descontento y la rebeldía que irradia desde las bases obreras. En un primer momento fundamentan su accionar en reclamos meramente laborales pero la dinámica de los hechos los lleva a cuestionar directamente a la dictadura en su conjunto. El año 1979 marca el inicio de una nueva etapa al lograrse la madurez necesaria para llevar a cabo la primera huelga general. Desde ese momento la conflictividad laboral logra encauzarse por carriles más sólidos, los dirigentes muestran representatividad y audacia al crear la CGT en abierto desafío a las normativas vigentes y al clima de terror omnipresente. El 30 de marzo de 1982 este proceso lento e irreversible alcanza su climax cuando se decide un paro general y movilización a Plaza de Mayo potenciado por ostensible y activo apoyo del resto de la sociedad. A partir de ese momento la dictadura intenta esquivar su evidente declive con la invasión a las Islas Malvinas. La aventura termina catastróficamente y sella el final estrepitoso del proceso iniciado en 1976. Huelgas, movilizaciones, tomas de fábrica y reconstrucción de las instituciones sindicales encuentran en su efervescencia a la clase trabajadora luchando palmo a palmo con sectores de clase media y el amplio marco de las organizaciones políticas y de derechos humanos una fuerza popular que sirvió de escenografía para el espectáculo del fin de la dictadura. Vendrán los tiempos de la democracia y de la reconstrucción. En el análisis y balance de siete años de terrorismo de Estado, en la búsqueda de sus causas será necesario considerar que los trabajadores constituyen el 60% de los desaparecidos y el sector social que más fue castigado como colectivo.
La historia de la última dictadura militar argentina ha sido contada, discutida y revisada de múltiples maneras en los últimos años. Mucho énfasis se ha puesto en el tema de la violación de los DDHH y la persecución a los militantes políticos en sus diversas manifestaciones. Sin embargo un aspecto muy puntual y central para entender la lógica del terrorismo de estado instalado con el golpe de 1976 es el accionar con respecto a los trabajadores. Más allá de lo que declaran los protagonistas históricos; la consabida lucha contra la subversión funcionó más como una excusa legitimadora que como una realidad que sustentó la instalación de la dictadura. Lo que se buscó fue un cambio histórico más profundo: liquidar el cúmulo de conquistas laborales que distinguían a la Argentina del resto de los países latinoamericanos y dificultaban el establecimiento de pautas salariales y condiciones laborales acordes con las ambiciones del proyecto neoliberal en ciernes.
Hoy 24 de Marzo de 2017 nos encuentra más unidos que nunca, lo vivido nos servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana. Unicamente así podremos estar seguros de que NUNCA MÁS en nuestra patria se repetirán hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado.
Roberto Nuñez Directivo Nacional Union Ferroviaria.
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