Cuando el ex ministro de
Transporte de la Nación, Florencio Randazzo, comenzó con su proyecto de
electrificación de ferrocarriles, el plan maestro incluía todas las
estaciones y, naturalmente, entre ellas a la correspondiente al Parque
Pereyra, donde existe una humilde escuela llamada María Teresa. Humilde
pero de suma importancia, dado que contiene y educa a 1.200 chicos, la
mayoría de la zona de Villa Elisa, que la única forma que tienen de
llegar es en tren o en auto, dado que no existen micros en la zona.
Durante la gestión de
Randazzo se terminaron la mayoría de las estaciones, y la de Pereyra
esperaba su turno, cuando cambió la gestión nacional y provincial. Al
asumir el gobierno de Cambiemos, cambió la lógica del proyecto de
electrificación, donde la prioridad dejó de pasar por lo social y
asistencial y comenzó a pasar por la rentabilidad. Acorde a esa lógica,
se refaccionaron algunas estaciones, menos la de Hudson y la de Pereyra,
que por el contrario, dejaron de utilizarse.
El modo de dejarlas
inutilizadas es, simplemente, negarles la provisión de los andenes para
que los pasajeros puedan subirse al tren. Tampoco construyeron un paso a
nivel o un puente peatonal por cuestiones de seguridad y para que los
chicos puedan cruzar las vías, dado que el tren los deja de un lado de
la estación y deben cruzar las vías para ir a sus casas. Tampoco
invirtieron en un guardabarrera.
Cuando la directora del
colegio María Teresa, Lilina Oderá, se reunió con las autoridades
nacionales y provinciales para darle una solución a la problemática, la
respuesta que recibió la dejó perpleja. No tenían pensado devolver la
estación Pereyra porque no da dinero, dado que los chicos que van al
colegio no pagan boleto.
“Así que ahora, lo único
que tienen es el microtren, que pasa muy poco, y como no hay
guardabarrera es muy peligroso, porque es muy silencioso. Cuando los
chicos entran a las 7 de la mañana a la escuela, de noche y con neblina,
no lo ven llegar. En cualquier momento hay una tragedia. Los
afortunados que tienen auto, amontonan peligrosamente chicos en el
interior para poder llevarlos a estudiar”, contó una de las madres.
Una vez más, la lógica
corporativista y adicta a la rentabilidad al servicio del gobierno y al
gobierno de todo, incluso de la educación de las generaciones venideras.
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