El
25 de mayo, La Trochita, también conocida como el Viejo Expreso
Patagónico cumplió 72 años. “Las razones por las cuales La Trochita se
convirtió en un ícono de Argentina son difíciles de explicar con
palabras, pero al experimentar este mítico viaje al pasado es posible
apreciar su magia”, aseguran en Esquel.
A veces el valor de un destino turístico
no reside solamente en su calidad y en la calidez de su gente, también
es de gran importancia el patrimonio emocional que encierra. Sus tesoros
más valiosos, cargados de historia, son sus atractivos principales y La
Trochita, sin lugar a duda es uno de ellos.
Su razón de ser a través de los años
fue, es y será, darle vida en movimiento a las pinceladas del paisaje.
La Trochita permite transportarnos por un entorno natural envolvente,
donde el viento despierta los sentidos y que lleva al pasado en la
inmensidad de la estepa patagónica.
Para los habitantes y visitantes de
Esquel un nuevo aniversario de este tren es muy importante en lo
afectivo, es una fiesta colectiva llena de emociones que se siente por
la tradición y la pertenencia.
Los viajeros que llegan de todas partes del mundo a Esquel, para hacer realidad el sueño de subirse a La Trochita, quedan sorprendidos por la excelente conservación de todos los elementos de la antigua maquinaria y por el fantástico recorrido entre los paisajes patagónicos más extraordinarios.
Los viajeros que llegan de todas partes del mundo a Esquel, para hacer realidad el sueño de subirse a La Trochita, quedan sorprendidos por la excelente conservación de todos los elementos de la antigua maquinaria y por el fantástico recorrido entre los paisajes patagónicos más extraordinarios.
Su máquina a vapor impulsa los vagones
para que acompañados de un guía de turismo pueda contar historias del
pasado que han quedado impregnadas como una leyenda.
Detrás de su carrocería de hierro y del frío metal, se encuentra el calor del noble espíritu ferroviario argentino que ayudó y forjó el destino de los pueblos del país.
Luego las dificultades que atravesó el sistema ferroviario argentino, no le impidieron a La Trochita frenar su destino, con esfuerzo y valentía de sus trabajadores se puso a funcionar con los elementos que se disponían dentro de los talleres ferroviarios.
Detrás de su carrocería de hierro y del frío metal, se encuentra el calor del noble espíritu ferroviario argentino que ayudó y forjó el destino de los pueblos del país.
Luego las dificultades que atravesó el sistema ferroviario argentino, no le impidieron a La Trochita frenar su destino, con esfuerzo y valentía de sus trabajadores se puso a funcionar con los elementos que se disponían dentro de los talleres ferroviarios.
Las locomotoras que se atienden son
verdaderas reliquias, datan del año 1922, lo que hace necesario que las
reparaciones se hagan de manera artesanal, con torneros, soldadores y
ebanistas con décadas de experiencia. Cada pieza que compone la
maquinaria, es al mismo tiempo herramienta de trabajo y pieza de museo,
la más antigua de éstas es del año 1890.
La tarea, de los maquinistas y otros
ferroviarios, es lo que mantiene viva a La Trochita al cumplirse estos
72 años desde su viaje inaugural hasta Esquel.
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